Marte y Venus capturados por Vulcano
Afrodita/Venus y Hermes/Mercurio:
Hermafrodito en las Metamorfosis de Ovidio:
Hermafrodito Borghese o Hermafrodita dormido
Cuando Vulcano atrapó a su bella e infiel esposa abrazada en el lecho a su amante, con la red que había fabricado expresamente para apresarlos, Mercurio dijo, al ver a la diosa del amor desnuda, instantáneamente enamorado, que no le habría importado que así lo hubiesen sorprendido a él con Venus.
Un día su padre, Júpiter, quiso satisfacer a su hijo y mensajero, y envió a un águila para que mientras la diosa se bañaba en un lago le robase una de sus doradas sandalias y se la llevase a Mercurio. Venus, en principio a cambio de la sandalia, se entregó a él, aunque quizás lo hiciera también agradecida por sus palabras cuando la vio atrapada en la red.
Hermafrodito en las Metamorfosis de Ovidio:
Piden luego que hable Alcitoe, quien […] comienza a referir la causa de que la fuente Salmacis enerve y afemine los cuerpos que tocan sus aguas.
Un hijo de Venus y Mercurio (Hermafrodito) fue criado por las náyades en las grutas del Ida; él, así como reunía en el rostro los rasgos de sus padres, unía en su nombre el nombre de ellos (Hermes y Afrodita). Cuando cumplió quince años de edad abandonó el Ida y se dedicó a vagar ocioso por lugares desconocidos. Así llegó a Licia, donde encontró una fuente translúcida hasta el fondo y cercada de verdes márgenes.
Habitaba la fuente una ninfa, la única de las náyades que no era seguidora de Diana, pues en lugar de consagrarse a la caza encontraba deleite en su propio arreglo y en la admiración de su propia hermosura; ociosa ella también se rodeaba de las aguas o se tendía en las riberas o cortaba las flores. En una ocasión en que las cortaba vio al hijo de Venus y Mercurio y quiso poseerlo. Pero antes de acercársele se arregló para parecer hermosa. Le habló entonces, admirando la dicha de quienes pudieran ser amados por él: sus padres, sus hermanos, su nodriza y, principalmente, su novia o su prometida, y se ofreció a serle ésta, si no tuviera ya alguna, o a tener con él amores ocultos, si ya la tuviera. Se ruborizó el niño y le convino el rubor. Atemorizado se negó a los abrazos de la ninfa y la amenazó con irse. Fingió ésta renunciar a su deseo y, apartándose, se ocultó entre los árboles para seguirlo viendo.
Él entonces, tentado por la claridad y la templanza de las ondas, se desnuda para sumergirse en ellas. Arde Salmacis de amor al verlo sin ropas y se contiene mal en su anhelo de gozarlo, hasta que al fin, mientras aquél nada, ella se desnuda también y entra con él en el agua y, a pesar de su oposición, lo besa y lo acaricia y lo abraza.
Sigue resistiendo el nieto de Atlas; pero ella se adhiere a su cuerpo y pide a los dioses jamás ser separada de él. Y los dioses la oyen, pues el cuerpo de ambos se mezcla, como una planta que crece injertada en otra. Así su cuerpo toma una doble forma en que hombre y mujer están juntos y no pueden distinguirse.
Cuando Hermafrodito sintió que había perdido características varoniles, rogó a sus padres que, tal como le había ocurrido a él, los hombres que se bañaran en esa fuente se ablandaran afeminándose. Venus y Mercurio, para complacerlo, infectaron la fuente y le concedieron lo que les había rogado.
Copia romana de un original helenístico de POLICLES
Siglo II a.C. / Museo del Louvre, París
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