Jesús A. Manzaneque

I.E.S. "Isabel Martínez Buendía" - Pedro Muñoz, Ciudad Real, Castilla-La Mancha, España.

miércoles, 10 de junio de 2015

Iconografía Clásica - Afrodita, Anquises y Eneas


Venus y Anquises
Annibale CARRACCI
1597 / Fresco de la bóveda del Palacio Farnesio, Roma



Afrodita, Anquises y Eneas en la Teogonía de Hesíodo:

A Eneas le parió Citerea (Afrodita) de bella corona, en placentero contacto con el héroe Anquises en las cumbres azotadas por el viento del escabroso Ida.
Afrodita, Anquises y Eneas en la Biblioteca mitológica de Apolodoro:

De Asáraco y Hierommene, la hija de Simunte, nació Capis, a su vez de este y de Temiste, la hija de Ilo, nació Anquises, con el cual se unió Afrodita por deseo de amor y dio a luz a Eneas.
Afrodita, Anquises y Eneas en el Diccionario mitológico de Pierre Grimal:

Anquises es el padre de Eneas e hijo de Capis y de Temiste. Fue amado por Afrodita, que lo vio en el Ida, cerca de Troya, mientras apacentaba su ganado. Para hacerse querer de él Afrodita se le acercó presentándosele como la hija del rey de Frigia, Otreo, a quien Hermes había raptado y transportado a los prados del Ida. De este modo se unió a él. Más tarde le reveló quién era y le anunció que le daría un hijo, pero le recomendó que no dijese a nadie que el niño era hijo de una diosa, pues si Zeus se enteraba fulminaría al pequeño. Pero un día Anquises, en una fiesta en que había bebido demasiado vino, se jactó de sus amores y Zeus le castigó por ello volviéndole cojo con un rayo o, según otros, ciego.
[…]
En efecto, al revelar Afrodita a Anquises quién era la que acababa de unirse amorosamente a él le dijo: “Tendrás un hijo que reinará sobre los troyanos y otros hijos nacerán de este hijo y así sucesivamente para toda la eternidad”.
 Afrodita, Anquises y Eneas en los Mitos griegos de Robert Graves:

Aunque Zeus nunca se acostó con su hija adoptiva Afrodita, como algunos dicen que hizo, la magia de su ceñidor le sometió a una tentación constante y al final decidió humillarla haciendo que se enamorara desesperadamente de un mortal. Éste era el bello Anquises, rey de los dárdanos y nieto de Ilo, y una noche, cuando él dormía en su choza de pastor en el monte Ida de Troya, Afrodita le visitó disfrazada de princesa frigia, ataviada con una deslumbradora túnica roja, y se acostó con él en un lecho formado con pieles de osos y leones, mientras las abejas zumbaban soñolientamente a su alrededor. Cuando se separaron al amanecer ella le reveló su identidad y le hizo prometer no contarle a nadie que había dormido con él. Anquises se horrorizó al saber que había descubierto la desnudez de una diosa y le suplicó que le perdonara la vida. Ella le aseguró que nada tenía que temer y que su hijo sería famoso. Algunos días después, cuando Anquises bebía con sus compañeros, uno de ellos preguntó: “¿No preferirías dormir con la hija de fulano de tal que con la propia Afrodita?”. “No —contestó Anquises incautamente—. Habiendo dormido con ambas la pregunta me parece absurda”.

Zeus alcanzó a oír esta jactancia y lanzó contra Anquises un rayo, el cual lo habría matado al momento si Afrodita no hubiera interpuesto su ceñidor y desviado el rayo, que cayó en tierra a los pies de Anquises. Sin embargo, la sacudida debilitó de tal modo a Anquises que nunca más pudo mantenerse derecho y Afrodita, después de dar a luz a su hijo Eneas, no tardó en perder su apasionamiento por él.
    
Venus Curando a Eneas
Merry-Joseph BLONDEL
1815 / Museo del Prado, Madrid









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