Jesús A. Manzaneque

I.E.S. "Isabel Martínez Buendía" - Pedro Muñoz, Ciudad Real, Castilla-La Mancha, España.

lunes, 16 de marzo de 2015

Iconografía Clásica - Del Caos a Gea y sus hijos


Relieve de Tellus Mater del Ara Pacis Augustae
Erigido por el senado romano para celebrar las victorias de Augusto en Galia e Hispania
13 - 9 a. C. / Museo dell'Ara Pacis, Roma


Del Caos a Gea o Gaia o Terra o Tellus Mater y sus hijos en la Teogonía de Hesíodo:

Antes que todas las cosas, en un comienzo, fue el infinito Caos. Después Gea, la de amplio pecho, sede siempre segura de todos los inmortales que habitan la nevada cumbre del Olimpo. En el fondo de Gea de anchos caminos existió el tenebroso Tártaro.
[...]
Gea alumbró primero al estrellado Urano con sus mismas proporciones, para que la contuviera por todas partes y poder ser así sede siempre segura para los felices dioses. También dio a luz a los grandes Ourea, deliciosa morada de diosas, las Ninfas que habitan en los boscosos montes. Ella igualmente parió al estéril piélago de agitadas olas, el Ponto, sin mediar el grato comercio. 
Luego, acostada con Urano, alumbró a Océano, de profundas corrientes, a Ceo, a Crío, a Hiperión, a Jápeto, a Tea, a Rea, a Temis, a Mnemósine, a Febe, de áurea corona y a la amable Tetis. Después de ellos nació el más joven, Cronos, de mente retorcida, el más terrible de los hijos y se llenó de un intenso odio hacia su padre. Dió a luz además a los Cíclopes de soberbio espíritu, a Brontes, a Estéropes y al violento Arges, que regalaron a Zeus el trueno y le fabricaron el rayo. Éstos en lo demás eran semejantes a los dioses, pero en medio de su frente había un solo ojo. Cíclopes era su nombre por eponimia, ya que efectívamente, un solo ojo completamente redondo se hallaba en su frente. El vigor, la fuerza y los recursos presidían sus actos. También de Gea y Urano nacieron otros tres hijos enormes y violentos cuyo nombre no debe pronunciarse: Coto, Briareo y Giges, monstruosos engendros. Cien brazos informes salían agitadamente de sus hombros y a cada uno le nacían cincuenta cabezas de los hombros, sobre robustos miembros. Una fuerza terriblemente poderosa se albergaba en su enorme cuerpo.

La Cosmogonía en las Metamorfosis de Ovidio:

En el principio existía sólo el Caos, mole informe donde se mezclaban los elementos. No había sol ni luna ni aire ni tierra ni mar; sin esencia durable, todo estorbaba a todo, y luchaban mezclados lo frío y lo caliente, lo mojado y lo seco, lo grave y lo leve. El dios y, mejorándose, la naturaleza, dirimieron esa lucha, pues separaron el cielo, la tierra y el mar, y, en el cielo, el aire puro y sutil del espeso y grosero, próximo a la tierra. Así se estableció la paz, dando a cada cosa su sitio; se elevó el fuego del cielo hasta lo más alto; inmediatamente bajo él, quedó el aire, y más abajo, la tierra densa; por último, las aguas circundaron la solidez terrestre. En seguida, el dios, quienquiera que haya sido, redondeó la tierra, vertió en ella las aguas y ordenó que éstas fueran movidas por los vientos y que cercaran las costas; hizo fuentes, estanques y lagos y, entre indinadas márgenes, ríos que se hundieran en la tierra o desembocaran en el mar, y en la tierra estableció campos, valles, selvas y montañas. 






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